El rebote de la actividad económica en el tercer trimestre del año ha sido mayor al previsto, pero el ritmo se ralentizará en un contexto de debilidad de la demanda interna y desaceleración de la externa.
Se anticipa una desaceleración de la inflación y menores tasas de interés, pero ahora prevemos que los menores niveles se retrasarán unos meses.
Las nuevas medidas de confinamiento son menos restrictivas y más focalizadas que antes. La movilidad es mayor ahora que en los primeros meses de la pandemia: preferencia por confinamientos selectivos y menos restrictivos, y alto coste económico y social de los confinamientos severos.
Sin embargo, la movilidad sigue por debajo de los niveles “normales”: restricciones oficiales en muchos países (crecientes en Europa), nuevos hábitos adoptados de forma voluntaria, por miedo o inercia.
Las tensiones financieras se mantienen acotadas, pero no han desaparecido, en particular en los países emergentes. Se observa relativa estabilidad de los mercados financieros en los últimos meses, estímulos económicos y recuperación de la actividad económica pesan positivamente.
El PIB cayó con fuerza en la primera mitad del año, en línea con lo esperado. El consumo ganó terreno, pero la recuperación perderá dinamismo a medida que el impulso inicial por la mayor movilidad se desvanece.
Aún hay margen para una apreciación adicional del peso; sin riesgos significativos para la balanza de pagos. La recuperación del sector manufacturero de Estados Unidos continúa apuntando hacia una aceleración de la demanda externa, aunque a un ritmo menor
En cuanto a los empleos, hay una débil reactivación del mercado laboral impulsada principalmente por el crecimiento de la informalidad laboral. El mercado laboral no se recuperará hasta finales de 2023 o principios de 2024.
Finanzas públicas: la deuda pública (% del PIB) se mantendrá estable a partir de 2021 siempre y cuando se implemente una reforma fiscal