Según el organismo de comercio y desarrollo UNCTAD, la economía mundial registró su caída anual más pronunciada en la producción desde que se comenzaron a agregar registros en la década de 1940, «sin que ninguna región se salve».
«El multilateralismo esencialmente ha perdido su encanto», dijo Richard Kozul-Wright, jefe de la División de Globalización y Estrategias de Desarrollo de la UNCTAD, en un año que registró una caída estimada del 3.9% en la producción mundial, un 0.4% mejor que el pronóstico en mediados de 2020, que se debió en gran parte a mejores resultados en China y Estados Unidos.
Apoyo débil a los más pobres
En declaraciones a periodistas en Ginebra, el economista de la ONU sostuvo que las iniciativas de alivio de la deuda para los países más pobres esperadas por el grupo de economías avanzadas del G20 habían sido «extremadamente débiles», en un momento en que los países en desarrollo temían perder la inversión extranjera directa tan necesaria.
Los esfuerzos para organizar un lanzamiento justo y equitativo de la vacuna COVID-19 también habían mostrado “serias debilidades en la arquitectura de salud global”, sostuvo Kozul-Wright, mientras que el primer año de la crisis del coronavirus vio “la destrucción de ingresos a una escala sin precedentes, un estimado de $ 5,8 billones, y con sectores ya vulnerables de la población soportando la peor parte”, según el informe de Comercio y Desarrollo de la UNCTAD.
En términos concretos, la crisis del coronavirus provocó una pérdida efectiva de 255 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en toda la economía mundial, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), citada por la UNCTAD.
Resiliencia latinoamericana
A nivel regional, los datos de la UNCTAD indican que a Asia oriental y América Latina les fue «un poco mejor de lo que se esperaba», probablemente por el crecimiento brasileño, pero a Europa, India y Sudáfrica les fue peor.
Las «sorpresas positivas» fueron Brasil, Turquía y los EU, gracias a las grandes acciones de alivio que actuaron como un amortiguador de la recesión, mientras que el aumento de los precios de las materias primas y los activos impulsó el crecimiento.