A finales de septiembre el Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero (CESF) publicó su informe anual de actividades. A diferencia de otras ediciones, la publicación de este reporte se retrasó casi un semestre, por lo que, en esta ocasión el periodo de reporte abarca del 1ero de abril de 2019 al 30 de septiembre de 2020. En dicho periodo destaca el deterioro del balance de riesgos para el sistema financiero mexicano a raíz de la pandemia por COVID-19.
El informe presenta los resultados de las pruebas de estrés para distintos intermediarios financieros. En el caso de la banca comercial, se encuentran que, en el agregado, el sector cuenta con niveles de liquidez razonables y un perfil de capitalización con capacidad para afrontar condiciones macroeconómicas estresadas. Sin embargo, persisten riesgos que podrían intensificarse y afectar el funcionamiento del mismo.
La principal respuesta de la banca múltiple frente a los choques negativos en las variables macroeconómicas simulados en el ejercicio se observa en la contracción de las estimaciones de crecimiento de la cartera y la reducción en el monto de dividendos pagados.
En particular, en el escenario adverso se estimó un menor Índice de capitalización (ICAP) respecto al calculado en el escenario base, como resultado de un crecimiento más débil en la cartera de crédito, el cual genera una contracción en los ingresos, a la par de mayores gastos asociados a la constitución de provisiones que resultan en una disminución de las utilidades generadas.
En el ejercicio se detectó un faltante de capital para seis instituciones que, en conjunto, representan 0.6% de los activos del sistema. En opinión del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero, no se pueden descartar problemas por la exposición a sectores o segmentos que experimenten una mayor afectación en sus ingresos; adicionalmente, algunas instituciones enfrentan retos específicos asociados a la concentración en sus fuentes de financiamiento.