De acuerdo con un estudio de BBVA, Actualmente estamos en medio de la peor crisis económica que ha vivido México en su era moderna. Se registran las caídas más fuertes de la historia, impactos más profundos que lo visto en 1995. La construcción no es ajena y profundiza la depresión económica que ha mostrado desde 2018.
De acuerdo con el informe “Situación Inmobiliaria México”, correspondiente al segundo semestre de 2020, el PIB de la construcción atraviesa por su depresión más prolongada. Esto se debe, en gran medida, por la emergencia sanitaria de la pandemia del COVID-19, pero también por la ausencia de un Plan Nacional de Infraestructura en la actual administración que revela la falta de rumbo y, por lo tanto, baja la expectativa de la recuperación.
Sin planificación e inversión que la dirija, el bajo costo del financiamiento no constituirá un aliciente para la reactivación y la certidumbre que se requiere para que el sector privado forme parte de la palanca de crecimiento.
El estudio señala que en el segundo trimestre del año, el valor bruto de la construcción se contrajo más de 30% en cada uno de los meses de abril a junio. A diferencia del año pasado, las caídas entre el sector público y privado son muy similares, dadas las restricciones por la emergencia sanitaria. En este sentido, la edificación, tanto residencial como comercial, aceleraron su caída por una menor demanda generalizada. En el 2T20 el valor de la producción en ambos rubros registró contracciones del orden del 30% en términos anuales.
Si bien el sector ha logrado un crecimiento de su ocupación laboral en apenas 1%, esto se explica porque la industria de la construcción es intensiva en mano de obra y podría estar constituyendo un refugio en el mercado laboral de otros sectores. Como consecuencia, la productividad laboral sigue disminuyendo, dado que la producción se contrae.