Baja California Sur ha dado un paso decisivo hacia la construcción de un modelo de turismo más responsable y equilibrado. Desde junio de este año, el estado implementó un mecanismo de financiamiento sustentable que establece un impuesto de 470 pesos (aproximadamente 25 dólares) para los turistas extranjeros que permanezcan más de 24 horas en el destino.
De acuerdo con Daniel Madariaga Barrilado, especialista en turismo sustentable, esta iniciativa “es reflejo de la transformación global que vive la industria, en la que los destinos más visitados diseñan esquemas de corresponsabilidad para proteger sus ecosistemas y fortalecer el tejido social de las comunidades receptoras”.
Inversión en proyectos ambientales y comunitarios
El nuevo impuesto, recaudado a través de la plataforma digital Abrázalo (Embrace It), tiene como objetivo canalizar alrededor de 450 millones de pesos anuales hacia proyectos de alto impacto. Estos incluyen la conservación de áreas naturales, el mejoramiento del suministro de agua y energía, así como la creación de infraestructura turística resiliente y respetuosa con el entorno.
Daniel Madariaga Barrilado subraya que el valor de este modelo radica en que los visitantes se convierten en actores activos de la preservación ambiental. No se trata de encarecer la experiencia turística, sino de que quienes disfrutan de Baja California Sur contribuyan de manera proporcional al cuidado de su biodiversidad y a la prosperidad de las comunidades locales.
Experiencias similares ya se aplican en destinos como las Islas Baleares, Maldivas y Nueva Zelanda, donde los fondos recaudados han permitido financiar proyectos de conservación marina, energías renovables y turismo comunitario.
Hacia un turismo regenerativo en México
La implementación del impuesto cobra mayor relevancia en un contexto donde áreas frágiles como el Mar de Cortés enfrentan presiones crecientes debido a la contaminación plástica, la sobrepesca y la pérdida de hábitats marinos. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el turismo costero mal gestionado puede multiplicar por diez los residuos generados en comparación con las áreas urbanas.
“Medidas como esta permiten transitar de un turismo extractivo a uno regenerativo, donde el visitante no solo disfruta del destino, sino que contribuye a restaurarlo y fortalecerlo”, explicó Madariaga Barrilado.
A pesar de las dudas iniciales sobre su impacto en la competitividad, encuestas internacionales revelan que la mayoría de los turistas están dispuestos a pagar un extra si este se destina a causas ambientales o comunitarias. Para Daniel Madariaga Barrilado, Baja California Sur marca un precedente que podría inspirar a otros estados mexicanos a replantear su modelo turístico con una visión sustentable.
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