Más allá de su impacto inmediato, la pandemia de COVID-19 también ha empañado las perspectivas de los bienes raíces comerciales, dado el advenimiento de tendencias como la disminución de la demanda de minoristas tradicionales de ladrillo y mortero a favor del comercio electrónico, o de oficinas. Un análisis reciente del FMI encuentra que estas tendencias podrían perturbar el mercado de bienes raíces comerciales y potencialmente amenazar la estabilidad financiera.
La conexión de la estabilidad financiera
El sector de bienes raíces comerciales tiene el potencial de afectar una estabilidad financiera más amplia: el sector es grande; sus movimientos de precios tienden a reflejar el panorama macrofinanciero más amplio; y depende en gran medida de la financiación de la deuda.
En muchas economías, los préstamos inmobiliarios comerciales constituyen una parte importante de las carteras de préstamos de los bancos. En algunas jurisdicciones, los intermediarios financieros no bancarios (p. ej., empresas de seguros, fondos de pensiones o fondos de inversión) también desempeñan un papel importante a pesar de que los bancos siguen siendo los mayores proveedores de financiación de deuda para el sector inmobiliario comercial a nivel mundial.
Un shock adverso para el sector puede ejercer presión a la baja sobre los precios de los bienes raíces comerciales, afectando negativamente la calidad crediticia de los prestatarios y pesando en los balances de los prestamistas.
El riesgo de una caída en los precios aumenta cuando podemos observar grandes desalineaciones de precios, es decir, cuando los precios en el mercado de bienes raíces comerciales se desvían de los implícitos en los fundamentos económicos o «valores razonables».
El análisis reciente muestra que estos desajustes de precios magnifican los riesgos a la baja para el crecimiento futuro del PIB.
El alto precio de COVID-19
Al observar el impacto de la pandemia, el análisis también muestra que los desajustes de precios han aumentado. Sin embargo, a diferencia de episodios anteriores, esta vez la desalineación no se debe a una acumulación excesiva de apalancamiento, sino a una fuerte caída tanto en los ingresos operativos como en la demanda general de bienes raíces comerciales.